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La vida olvidada

Permanente

Permanente

Lo que más me gustaba al acompañar a mi madre a la peluquería era poder jugar con los rulos, peines y lacas que por allí descansaban. A mi madre siempre le hacían lo mismo, " una permanente". Salía con los pelos fijos, ondulados y blancos tras pasar casi una hora en ese cuarto repleto de señoras y revistas. Me fascinaba ese aparato donde introducía graciosamente su cabeza mientras leía los cotilleos del momento. Parecía un astronauta en el momento de despegar. No sé si ahora hace lo mismo en la peluquería que ahora frecuenta, creo que sí, a juzgar por sus peinados. Pero aquella peluquería era un rincón de un mundo alucinante, a sólo unos metros de mi portal, se encontraba Aurora arreglando el pelo de las señoras del barrio mientras contaban sus miserias y alegrías. Un lugar donde se buscaba compañía, ayuda, comprensión...hacía mucho tiempo que no me acordaba de todo esto, y ahora lo recuerdo nítidamente. Allí estaban en apenas unos metros cuadrados todas las vidas permanentes.

 

2 comentarios

anansi -

A ver.

maRia -

Es curioso como la mente hace asociaciones de este tipo.
Confío en que la que se ha mencionado hoy/ayer dure más que las que se hacía tu madre, o yo misma, en mi época.
Bueno. Espero.Confiar es otra cosa.